¿A DÓNDE VAN LOS QUE NO TIENEN TIERRA?
Por: Carolina Tobón
Es difícil aceptar que haya personas en este mundo que no saben con exactitud la fecha de su cumpleaños, por el simple hecho de que su propia madre no se los ha querido especificar nunca; porque jamás ha tenido, tiene (y probablemente no tendrá) para brindar un regalo, y no puede soportar la idea de que sus hijos se sientan mal. Aunque a decir verdad, no se sabe qué es peor.
Esta es la historia de una familia de Medellín, Antioquia que sobrevive entre la basura y se alimenta de lo que puede y no de lo que quiere.
Marta es una mujer de 50 años que se dedica al reciclaje para dar de comer a sus cinco hijos y a su pequeña nieta; solo para eso, porque según cuenta, no le alcanza para nada más.
Todos viven en una pequeña habitación en uno de los barrios marginales de Medellín, que se niega a especificar. Asegura que caminan a diario, entre idas y vueltas, cerca de seis horas. “Es que aquí en Bello el reciclaje nos lo pagan mejor”, explica. Caminan, cuenta, porque ella no va a ningún lugar sin sus hijos y su nieta; ya que no cuenta con otras personas para dejárselos a cargo. El padre de sus hijos desapareció hace seis años y tiene que lidiar sola con la presión del qué hacer con ellos; porque no estudian, casi no pueden comer y la policía de infancia y adolescencia es su piedra en el zapato de cada día. “Siempre me los quieren quitar. Y yo les digo que primero me tienen que matar”.
Pese a las circunstancias, Marta es una madre cariñosa y atenta con sus hijos. Trata de educarlos de la mejor manera que puede y a pesar de tener tantas cosas en contra, lucha por el bienestar de ellos en todo momento. Esto es algo que se nota en el ambiente que en las escasas tres horas que pasé conversando con ellos pude leer entrelíneas.
En el momento en que le pregunté si le era imposible buscar otras alternativas de empleo; no me respondió con mucho entusiasmo y simplemente dijo que a ella eso le era muy difícil. Y ya. No quiso hablar más del tema. Simplemente siguió al pendiente de lo que hacían sus hijas más pequeñas y su nieta; se quedó callada.
¿Por qué los ricos tienen menos hijos que los pobres?
Adriana es la cuarta hija de Marta. El día que la conocí estaba cumpliendo 14 años; pero como ya lo he mencionado, ella no lo sabía. Es una niña alegre y bastante espontánea, pero según Sara, su hermana menor, está un poco loca porque cuando estaba más pequeña se cayó de un tercer piso. “Por eso a mi mamá no le gusta dejarnos solas”, me dice, sonriente.
A decir verdad, Adriana me pareció de lo más normal para una niña de su edad. Tan normal que cuando empezó a llorar porque tenía mucha hambre y no soportaba el dolor de estómago; se me hizo más normal que nunca. Supuse que la humanidad por más precaria que sea la situación, no se detiene y mucho menos se transforma. Pero antes del episodio del hambre, hizo cosas comunes. Me pidió la cámara para tomar algunas fotos, me invitó a jugar cartas con ella y su hermana Sara e incluso me regaló uno de sus anillos a lo que me negué, pero insistió así que decidí recibírselo. “Está muy bonito, gracias”, le dije. Y ella respondió: “Sara y yo los encontramos en la basura, y nos quedamos con ellos porque son muy lindos”. Y hasta ahora creo que ese anillo vale más que cualquier otra joya que jamás vaya a poder conseguir en mi vida.
Reflexión sobre el hambre
Sara, la hija menor de Marta, es una niña tranquila un poco más tímida que Adriana pero con una actitud que demuestra que ha pasado por muchas cosas para sus escasos siete años.
A la pregunta que le hice a Marta de si no ha pensado tomar otro tipo de decisiones con respecto a sus hijas; en especial las pequeñas. Ella me dio una respuesta que si en parte le da toda la razón, sigue sin justificar el mal al que somete a sus pequeñas, negándoles la posibilidad de progresar:
“Cuando Jhoana [su hija mayor] tenía ocho años, yo las dejaba con una vecina que me los cuidaba, y según me contó la niña una vez llorando, la vecina le había dicho que por qué no trabajaba para ayudarle a la mamá, que ella tenía la mina de oro entre las piernas”.
No a la prostitución infantil:
“Mi sueño más grande es aprender a leer”, me dice Adriana. Y pareciera increíble que en este momento de la vida, la historia y el mundo todavía existan personas analfabetas; con el agravante de que es posible que mueran así porque no existe una cultura por parte de sus padres, a quienes tampoco les importa lo valioso que es el conocimiento. Son personas que simplemente viven para comer y si pueden sobrevivir al día, para ellos es suficiente.
Analfabetismo
CÁRCELES PARA ANIMALES
Por: Daniel Felipe Vallejo Castrillón
El zoológico Santa Fe de Medellín tiene una antigüedad de poco más de un siglo y según su historia tuvo una larga planeación, que desde sus inicios se comenzó a dar.
Si bien, los zoológicos tienen como principal objetivo mantener protegidas las especies en peligro de extinción, pueden incurrir en acciones antiéticas e incluso maltrato contra los animales, ya sea de forma intencional o no.
Por ejemplo en el caso de los elefantes, a pesar de los esfuerzos de las organizaciones, gracias a que estos están en espacios tan reducidos no tienen otra opción que permanecer quietos durante largos periodos de tiempo, lo que les afecta sus patas y los conduce a padecer una lesión crónica.
Por motivos como este es que los zoológicos son, y quizá siempre serán, una opción controversial. Mantenerlos en su razón y estructura es muy complicado. Cada especie tiene necesidades particulares que deben obedecer a ciertos parámetros y ambientes que son prácticamente imposibles de replicar.
Conductas anormales en los animales de zoológico
Cuando se habla de conductas, comportamientos o referencias sicológicas no es común pensar en animales, parecen inmunes a todo este tipo de situaciones. Lo cierto es que ellos también pueden padecer cuadros de estrés, depresión o miedo ante cualquier circunstancia que los sobrepase. Un ejemplo perfecto de esto se presenta en los zoológicos, en donde los animales se ven afectados por el ambiente, el espacio, sus compañeros de celda y la influencia de la convivencia con animales de otras especies.
*Trastornos sexuales: Los animales en cautiverio son más propensos a sufrir atrofias, hipersexualidad, masturbación obsesiva e incluso desgarros que pueden producir graves lesiones.
*Trastornos alimentarios: De estos trastornos los más comunes son la anorexia y la pica. La primera consiste en dejar de comer por largos periodos de tiempo sin importar la necesidad que se tenga y la otra en el deseo irresistible de lamer o comer sustancias no nutritivas y poco usuales como tierra, yeso, pegamento, entre otras que se tengan al alcance.
*Trastorno obsesivo compulsivo: Las manifestaciones más comunes de este trastorno son los movimientos repetitivos, balanceos, sacudir la cabeza constantemente o doblar el cuello de forma extraña y poco habitual, autolastimarse (hasta el punto de arrancarse el pelo y causarse mutilaciones), coprofagia y vómitos constantes.
*Adicciones: Algunos animales pueden llegar a desarrollar adicciones a determinadas sustancias como el azúcar o plantas con propiedades alucinógenas.
La vida en el zoológico para los animales es una especie de condena que se les impone. Más que una ayuda que se les quiere brindar, puede considerarse como una colección con intenciones comerciales que distan mucho del bienestar de los animales. A estos se les impide realizar una gran cantidad de comportamientos que para ellos son innatos y vitales; tales como correr, volar, escalar, cazar y acompañarse de otros compañeros de especie. A decir verdad, los zoológicos entregan un mensaje al público acerca de que es aceptable mantener en cautiverio a los animales, a pesar de su aburrimiento, hacinamiento, soledad y privación de las más elementales maneras naturales de su especie.
Una de las principales ideas que se tiene con respecto a los zoológicos es que deben generar y brindar oportunidades de educación y conocimiento, pero la realidad es que los visitantes, tanto niños como adultos, buscan más opciones de entretenimiento que de educación.
Puede, incluso, llegar a ser un mito que los zoológicos están al servicio de la salvación y preservación de especies; porque incluso se ha sabido que en China se alquilan algunos osos pandas a diferentes zoológicos, por millonarias sumas. Esto solo puede significar que tras toda la “beneficencia” existe un simple negocio. La forma de salvar a los animales es contribuir a conservar sus hábitats y luchar de forma activa en contra de los diversos peligros que los amenazan.
OTRA FORMA DE COMUNICAR
Por: Lina Shirley Machado Valencia
Foto tomada de https://www.elespectador.com/noticias/nacional/fotos-comunas-de-medellin-video-373786
A cuarenta y cinco minutos del centro, se encuentra ubicado el sector la Honda comuna tres de Medellín. Éste lugar alberga alrededor de 3.500 personas, oriundas de diferentes partes de Colombia, quienes han tenido el mismo común denominador: salir de sus lugares de origen para la ciudad en busca de una mejor condición de vida, pues el desplazamiento forzado ha sido uno de los flagelos que ha dejado como herencia ésta entrañable guerra. La cual se ha empecinado de transportar en medio del conflicto a más de un inocente.
Como es el caso de Juan Bautista Chaverra, un Campesino proveniente de Yalí Antioquia, quien hace 14 años tuvo que salir de su lugar de origen, para ubicarse con su familia en un lugar que nunca imaginó habitar. Pues le tenía pánico a la ciudad, porque siempre “pensaba que éste lugar era solo para los citadinos” y un agricultor como él debería estar arando la tierra; al fin a eso se había dedicado desde muy tempana edad.
El 31 de mayo del 1998, tuvo que dejar todas sus pertenencias y adaptarse a una nueva vida. Cuando fuerzas armadas revolucionarias lo desalojaron de su tierra por una razón que aún desconoce; pero que lo trajo a esta ciudad a empezar de cero. Llegó con la única vestimenta que tenía puesta y al encontrarse en esa difícil situación, buscó un lugar favorable para vivir. Se dio cuenta que la ciudad lo único que le brindaba era aquella ladera “La Honda”, donde entró como invasor y construyó de la forma más improvisada su “rancho”, lugar donde todavía habita.
Allí, junto con sus vecinos ha visto la transformación del sector. Lo dice con cierto grado de importancia porque gracias a su conocimiento empírico en comunicaciones, creó para el sector, una forma de comunicar. Éste consta de un megáfono ubicado en el costado derecho de su hogar, pegado sobre un palo tapado con una hoja de zinc, y por medio de un reproductor de sonido y un micrófono empieza a difundir información, donde articula temas de carácter social y comercial.
Quien creyera que en una Ciudad como Medellín y en pleno siglo XXI, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, todavía exista un barrio donde se vive la era de piedra, en sí ésta es la muestra que el arte de comunicar, sin duda a equivocarme, es innato.
Para Tito, como le dicen cariñosamente en la Honda, la idea de crear este medio surgió de la necesidad que la localidad tenía; debido a que como comunidad desplazada e invasora, no tenían acceso al teléfono, ni mucho menos algún otro tipo de información. Él adopta el megáfono como aquel instrumento útil, para acortar la distancia de cuatro sectores que conforman lo que hoy se llama la Honda. Y a través de los megáfonos, desde las siete de la mañana comienza su labor o más bien lo que él prefiere llamarle el “pregoneo”. Esta labor la hace desde su casa, pues la onda sonora llega a cada sector, con toda la información que se emite.
Con voz acústica y pausada, Juan Bautista manifiesta que la creación del medio no solo es la base de su sustento, sino la forma de contar al aire miles de problemáticas que asocian a la comunidad. Y aunque el sistema es improvisado y para las autoridades una forma ilegal de comunicar; para los habitantes de la Honda es lo más significativo e imaginario, “porque sin los megáfonos estarían muertos”.
“EL INNOBLE, VERGONZOSO E IMPURO OFICIO DEL TEATRO”
por: Elsie Milena Mendoza C
El pequeño teatro nació en 1975 como la respuesta de un grupo de actores a su interés de profesionalizar una actividad que había sido hasta ese momento solo un hobby.
Desde entonces ha enfrentado las necesidades del día a día para brindar a Medellín un espacio de reflexión teatral, un grupo estable de actores con una formación académica, cultural y profesional, brindando al público que disfruta el teatro, una temporada permanente de arte escénico. Es uno de los grupos con mayor producción teatral en el país: setenta montajes en treinta y cinco años.
El 24 de enero de 2002 realizaron la función de “Medea” de Anouilh para dos espectadores, pero lo más contundente fue que el resto del lugar esta vacío, nadie fue a ver esta función presentarse.
Por ese entonces Pequeño Teatro ya tenía 28 años de trabajo, pero como la gran mayoría de las salas de teatro del país, no había podido llegar al público a pesar de los esfuerzos creativos, de dedicación de los actores y de la parte administrativa.
Los teatros permanecían semivacíos a la espera de un milagro, desfilaban los diferentes montajes y obras de otras agrupaciones que salían de cartelera, apenas era visitada por la corte de familiares y amigos.
Esos dos espectadores de enero de 2002 obligaron al pequeño teatro al reconocimiento de una nueva realidad, y replantearse el cómo llegar a todos los públicos de la cuidad.
Surgieron muchas preguntas una de ellas es donde se está haciendo teatro y la respuesta no podía ser un lugar físico sino el entorno cultural. El teatro es en nuestro medio un producto joven: Pequeño Teatro, uno de los grupos pioneros en la ciudad
Entonces tomaron la decisión de abrir salas con “Entrada Libre y aporte voluntario”. Asumieron los riesgos: el primero y más preocupante, que a pesar del nuevo sistema no asistiera nadie; mantener el prestigio de la institución y encontrar la comprensión de las personas e instituciones que habían ayudado a Pequeño Teatro. Como cuenta Andrés maure director del pequeño teatro, la respuesta no se hizo esperar y como los hechos son más contundentes que cualquier las palabras; fueron recibiendo función tras función la confirmación, cientos de personas de diferentes condiciones sociales y culturales comenzaron a llenar las salas. El repertorio que semanas antes se veía abandonado y al que los críticos señalaban de elitista, intelectual y clasicista, se fue convirtiendo día a día en el espectáculo popular más emocionante al que hubieran asistido en tantos años de quehacer teatral.“Se necesita más valor que arrogancia para aceptar nuestra dura realidad teatral, para bajarnos del pedestal de que nos habíamos construidos y que amenazaba con venirse abajo para sumirnos definitivamente en el sucio material de nuestros mezquinos y pobres pensamientos” dice manuela muñoz actriz del pequeño teatro.
Así han desfilado por Pequeño Teatro grupos de amigos, como también musicales, de danza, de magia, de teatro infantil, todos con un público entusiasta y cariñoso que ha convertido la sede de Pequeño Teatro en su “casa cultural”, quizá a la usanza de los pueblos en donde ésta es el referente obligado de la actividad artística del pueblo.